Mi país tiene la dicha de tener un clima ideal que te permite disfrutar bellísimos días de sol incluso en el más lluvioso de los meses, de tener acceso a dos oceános, de ser un crisol de razas, de tener algunos de los edificios más lindos de América Latina, de ofrecer una excelente calidad de vida a sus habitantes, pero sobre todo de tener gente honrada, echa´ pa´ lante y muy alegre. Sin embargo, y por muy triste que parezca, no son éstos los sentimientos que en estos momentos estamos reflejando los panameños ni los tantos otros que hasta ahora han tenido la dicha de vivir en mi país.
Entre el tráfico incesante, las mil y una obras de construcción, decenas de paros y protestas que bloquean las calles, el mal humor de las personas al no poder llegar a tiempo a sus compromisos y los precios que no dejan de aumentar, el "paraíso" panameño que por décadas ha atraído a tantas personas, se nos está escapando de las manos y me preocupa que no estamos haciendo lo suficiente para atajarlo. Anoche leí una frase del fallecido cantante argentino Facundo Cabral que dice:
y aunque me pareció un poco fuerte ya que no nos considero pendejos, puedo comprender lo que trataba de transmitir si leo las noticias sobre el circo político que se vive en mi país.
Actualmente, en Panamá tenemos un Presidente que en lugar de atender con seriedad y diplomacia los numerosos llamados del pueblo, su pueblo, se dedica a "bailar como bernie"; aunque no podemos decir que nos ha tomado por sorpresa ya que desde sus años de campaña su slogan era "los locos somos más". De igual manera, el resto del Gobierno, si se le puede llamar así, anda "manga por hombros", con políticos criticándose unos a otros y gritándose improperios a toda boca pero al final del día se van a sus casas como si sus acciones no tuvieran consecuencias. Por otro lado, tenemos niños y adolescentes cuyas clases han sido canceladas hasta próximo aviso porque han robado en sus escuelas o están protestando o no tienen profesores. Y, finalmente, tenemos un pueblo que está desesperado y no encuentra la forma de hacerse escuchar por ésas personas a quienes ellos mismos han puesto en el poder.
Antes de continuar, quiero aclarar que no todo ha sido malo. De hecho, han habido proyectos como el Metrobus, la construcción del Metro de Panamá, los trabajos de saneamiento de la bahía, entre muchos otros, que en algún momento fueron propuestos por anteriores mandatarios pero que nadie llevó del dicho al hecho. Sin embargo, son precisamente ésas ansias de querer hacer todo durante los 5 años de gobierno lo que nos lleva a donde estamos. ¿Cuánto dinero se han gastado los gobiernos de Martín Torrijos y Ricardo Martinelli en reforzar las bases del Puente Centenario, cuya construcción fue acelerada durante el gobierno de Mireya Moscoso para que ella pudiera cortar la bendita cinta de inauguración? Si los proyectos tuviesen continuidad de un mandatario al otro y la
importancia de las obras no radicara alrededor de quién cortará la cinta
de inauguración, sino de cuántos miles de panameños se beneficiarían,
las cosas serían muy diferentes.
Creo que uno de los mayores problemas que estamos enfrentando en la actualidad es que nos hemos acostumbrado a que sea el gobierno el que nos solucione todo y no buscamos soluciones constructivas a nuestros propios problemas. Ojo, con ésto no quiero absolver ni a éste ni a ningún gobierno ya que como muchos panameños me siento supremamente traicionada por el estado actual de mi país; más bien, sugiero que podemos poner más de nuestra parte para al menos mejorar aquellos problemas en los cuales sí podemos contribuir. ¿Hay mucho tráfico en las calles? entonces no saquemos tantos autos diariamente y organicemos el itinerario de manera que podamos compartir el auto y de ésta manera ahorrar en gasolina. ¿Los alimentos están muy caros? seamos un poco más creativo y entrenemos a nuestro cuerpo. Tratemos de no antojarnos de aguacate cuando está pasando de temporada ya que se pone más caro y en lugar de comprar en los supermercados donde los precios son un poco más elevados, hagamos una visita al mercado de abastos donde se puede comprar en mayores cantidades a mejores precios.
Estos cambios, aunque parezcan un poco inconvenientes, son aplicados por personas de todo el mundo, tanto en países en desarrollo como en países desarrollados; y aunque no vayan a solucionar los problemas ya existentes en su totalidad, al menos podemos sentir que estamos aportando y nos da la oportunidad de reclamar al Gobierno con más autoridad. Ya no se tratará de panameños quejándose de las cosas sin brindar soluciones, sino de personas que aportan su granito de arena y por ello, esperan y merecen que el Gobierno haga lo mismo. Ya basta de quedarnos de brazos cruzados y tomemos cartas en el asunto para retomar el Panamá y el mundo que nos merecemos.
Un poco de lo que estoy viviendo, lo que como, lo que veo, lo que encuentro, las personas fascinantes de mi vida y todo aquello que considere interesante a mi paso por las calles del mundo!
28 de junio de 2012
21 de junio de 2012
A ritmo de tamborito!
Para celebrar mi cumpleaños #24, mis papás decidieron hacerme un regalo un poco diferente: viajar a la ciudad de Las Tablas, Panamá, famosa por sus preciosas polleras, para ataviarme en una de ellas y hacerme una sesión fotográfica. El maquillaje y arreglo estuvo a cargo de Robertito Villareal, oriundo de Las Tablas y experto en el tema. Comenzamos con el maquillaje que tiende a ser bastante llamativo y dramático ya que al fin y al cabo, todo en la pollera, desde la carga de prendas y la cabeza de tembleques hasta las detalladas labores de los ropajes, reflejan todo menos sencillez.
Con el maquillaje listo, procedimos con la vestimenta y a colocar las prendas. Una de las cosas más lindas de vestirte con alguien que vive sus tradiciones y conoce mucho de ellas, es que comparten cada detalle con uno. Para mí, aprender sobre el valor aproximado de cada prenda, las personas que las diseñaron y aquellas que las labraron es la parte más linda de todo el proceso.
Al terminar con el prendererío y ya empollerada vino el dolor de cabeza, literalmente. Y es que los que saben admirar a una bella empollerada con su brillante cabeza de tembleques, nunca pueden olvidar que detrás de tanta elegancia y brillo, yace un tremendo dolor de cabeza que se provoca al colocar cada "flor" en su respectivo lugar. Pero como yo prefiero estar "antes muerta que sencilla", me aguanté los tirones y el roce de los ganchitos contra mi cráneo para que el trabajo quedara bien hecho.
Luego de unos cuantos retoques por aquí y retoques por allá, todo quedó listo y nos fuimos para el estudio. José, un fotógrafo muy conocido en Las Tablas, comenzaba su labor cuando se dió cuenta que le faltaba algo. Salió del estudio y al rato regresó con un CD. Lo que le faltaba era una de sus fuentes de inspiración: los tamboritos de Lucy Jaén. Y así, mientras se escuchaban las tonadas de "Oh Nikle", todo fluyó como debía. El resultado: un repertorio de fotos pa´ tirar pal´ aire, una empollerada orgullosa de vestir el traje típico más hermoso del mundo y una madre que desbordaba de felicidad. Este fue, para mí, el regalo perfecto de cumpleaños y algo que todas las panameñas deberíamos experimentar así sea una vez en la vida, porque como le dijo mi madre a mi novio, "una mujer panameña no se ve realmente bella hasta que se empollera".
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