26 de abril de 2014

Una GRAN ciudad con alma de PUEBLO

Estoy a punto de cumplir un mes de haber llegado a la bella Madrid y no hay quejas. Bueno, al menos nada mayor. En este poco tiempo he aprendido MUCHO. Primero, que pese a advertencias de las malas lenguas, la gente de esta ciudad es simplemente fantástica. Sí son directos y te dicen lo que piensan cuando lo piensan, pero en mi opinión, deberíamos todos emular esto y quizás así prevenir más de cuatro rollos. Uno de mis mejores descubrimientos ha sido el "tinto de verano", que no consiste en más que vino tinto con soda fanta de limón. De verdad que ahora que lo he probado no tengo vuelta atrás. Algo hermoso ha sido ver caminando por los barrios a niños y adolescentes acompañando a sus abuelos en sus diligencias diarias. Yo recuerdo que de niña me encantaba acompañar a mi abuela a sus citas médicas o irme con mi tía a recoger el correo o dar "la vuelta a la hilacha" con mi mamá; momentos que aún conservo intactos en mi memoria. Por ello, me parece un espectáculo para la vista que esas simplicidades de la vida, que en muchos países y culturas se han ido disipando, se mantienen tan vivas entre los españoles y le dan un aire a esta ciudad de que vivo en un pequeño pueblo. El aire que se respira en las calles es de serenidad y de buena cara a las dificultades que el país enfrenta, aunque para ser honesta, cuando te metes en un estadio como el Vicente Calderón y lo ves a punto de desbordarse, te cuestionas si verdaderamente las cosas están tan duras como se pintan. 

Adaptarme a vivir en mi pequeño apartamento, y cuando digo pequeño me refiero a un verdadero hogar de Polly Pocket, me dejó unos moretones en las rodillas y unos buenos machucones en los dedos del pie mientras aprendían mis pasos a medir distancias; pero no cambio por nada la tranquilidad y el sentido de hogar que me regala.

Pero como no todo lo que brilla es oro, han habido algunas cositas que los españoles tienen o hacen diferentes y me ha tocado adaptarme. Por ejemplo, los pepinos tienen unas pequeñas púas (como si fuera un cactus) y me toca lavarlos y pelarlos casi que con guantes para no chuzarme. Y qué tal el hecho de que no he podido encontrar mi cereal favorito y mi calma en momentos de ansiedad: Fruity Pebbles. Por cierto, si alguien lo encuentra y viene por estos lares, una, dos y hasta tres cajas serían muy pero muy bien recibidas. Por otro lado, las figuritas del álbum del mundial, aquí no se llaman figuritas, sino cromos. Los benditos carrizos no son ninguna de las palabras que me he aprendido (pitillo, popote, pajilla, etc.) sino que tienen otras tres palabras (porque aparentemente una no es suficiente): paja, pajita o caña. Creo que con la palabra carrizo (en panameño) me doy por vencida ya que pensé que me las sabía todas, pero cada vez que visito un país de habla hispana vuelvo a empezar de cero. 

Y por último, y creo que de las mejores cosas a las que me tendré que adaptar es a volver a la mentalidad de estudiante y que, muy diferente a la vida laboral, cuando llego a mi casa al final de un largo día, la noche a penas empieza para seguir estudiando. Sin embargo, estoy segura de que iniciar mi MBA, en este momento de mi vida, es lo mejor que me ha sucedido. Nunca pensé que tendría el privilegio de rodearme cada día con personas tan brillantes, apasionadas y con ganas de vivir. Todos somos tan diferentes y eso hace todo mucho más complejo pero a la vez más interesante (incluso cuando en unos meses, al hacer efecto el estrés y la falta de sueño, se refleje más lo complejo que lo interesante). Pero, sea como sea, la energía que cada uno está emitiendo y de la que me estoy rodeando es la que me mantendrá despierta aún cuando las largas noches de estudios quieran fundir mis ojos en una siesta continua.

Por cierto, me dijeron en una sesión que debía anotar mis metas, por muy básicas o complejas que fueran, para tenerlas siempre presentes y continuamente revisar mi progreso. Como bien mandada que soy, aquí van 7 de mis metas más importantes para la duración de mi MBA:

1. Aprender mucho sobre vinos y quesos
2. Volverme experta en MS Excel
3. Hacer amistades para toda la vida
4. Viajar mucho
5. Atreverme a hacer algo incómodo o atrevido todos los días
6. Desarrollar una (o varias) idea(s) de negocios que tengan como finalidad algún tipo de impacto social
7. Escribir mucho en mi blog

Los dejo por ahora pero prometo que no por mucho. Como escribir en mi blog es una de mis metas para el MBA, quiero asegurarme de cumplirla y tratar de documentar lo más que pueda, lo bonito y lo feo, lo feliz y lo triste, para en unos años volver a leerlo y que ojalá pueda sentir que me gocé estos 13 meses como Dios manda.

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La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la cuenta.
García Márquez
Q.E.P.D


28 de febrero de 2014

Ciudad que Nunca Duerme:

Hoy es mi último día como residente tuya (al menos por lo pronto), y desde que supe que me iría, no he parado de preguntarme cómo decirte adiós, a tí que me has dado tanto. Tu eres muy complicada, ya que no le das a las personas un punto intermedio: o te aman o te odian. En mi caso, querida, nuestra relación de amor puro, comenzó antes de vivir en tí y hoy que cumplo exactamente 4 años, 6 meses y 1 día en tu territorio, te aseguro que no hubo un sólo día en que no me sintiera genuinamente privilegiada de pertenecer a tu jungla de concreto.

A veces soy un poco orgullosa y me cuesta admitir las cosas, pero te tengo que dar crédito de que fue en tí donde verdaderamente pude conocerme como persona y encontrar mi lugar en este mundo. Ojo, pero no todo fue color de rosas, porque justo fue aquí donde me estafaron por primera vez, y donde me tocó compartir la plataforma del tren con ratas que por su tamaño parecían de otra galaxia.

Pero bueno, siguiendo con el plan de alimentar tu ego, déjame contarte algunas de las memorias más importantes que me llevo y de las cuales siempre estaré agradecida. Las visitas bimensuales al Trader Joe´s del Upper West Side, donde aún con pasillos repletos, me sentía en un Disney de alimentos; de hecho, mis mejores creaciones culinarias nacieron de allí. El mercadito de abastos a la vuelta de mi apartamento, me mantuvo con la dosis perfecta de frutas y vegetales a los mejores precios. La explosión de food trucks que se ha tomado la ciudad, especialmente en verano, me llenaron la barriga de una deliciosa manera y por ende mantuvieron mi corazón de lo más contento. Los muchos turistas que a mi paso pedían que les tomara foto o les diera direcciones, en lugar de molestarme me hacían recordar cada día lo afortunada que era de vivir aquí. Las increíbles ofertas que hacen de tí el verdadero paraíso de las compras (y que en secreto) son las responsables del sobrepeso que me toca pagarle hoy a la aerolínea que me alejará de tí. La iluminación variable del Empire State building visto desde las esquinas menos esperadas siempre me recordaba tu majestuosidad. El mismo cuadro gracioso de hombres (el mío incluído) que me tocó ver en filas interminables los días de San Valentín, comprando chocolates, globos o flores a última hora. Las mejores orquídeas, las del "Orchid Man", que incluso después de 3 años continúan floreciendo y son sin lugar a dudas las más "macheteras" que haya visto.

Cuando se trata de comida, ¿por dónde comenzar? Las cenas más maravillosas en Dieci donde Rembe me llevó por primera vez para San Valentín del año 2009 y al que aún volvemos con regularidad y nunca dejan de sorprendernos con sus delicias y su amabilidad. Las alitas picantes más deliciosas de la bolita del mundo amén en Dinasour BBQ en Harlem. El Dim Sum más completo, fresco y apetitoso de Jade Asian Restaurant en Flushing. Las cientos de noches que el cansancio nos venció y terminábamos yendo o pidiendo a domicilio las delicias Tailandesas de Wondee Siam. Las decenas de caipirinhas que "nadaron por mis venas" en el restaurante Barrio Chino en Chinatown. La mejor pizza del planeta a 2 cuadras de nuestro apartamento donde fuimos de los primeros clientes de Merilú y que hoy día van viento en popa. Los domingos después de una buena rumba que me llevaron a Queens en busca de satisfacer más de un antojo de bistec encebollado.

Y qué decir de las celebridades! Ver a Sean Penn a menos de 2 pasos y llevarme la no tan grata sorpresa de que tenía puesta una cantidad exhorbitante de producto bronceador. La gracia contagiosa de Matt Damon, los tonificados brazos de Venus Williams y encontrarme en la tienda del "chino" a Queen Latifa. Caminar al lado de Michael Emerson de Lost mientras paseaba a su perro porque resulta que vivía diagonal a nosotros. Y lo mejor sin lugar a dudas, aunque con un poco de torpeza de parte de las dos, estrellarme a la salida del tren con una mujer totalmente calva para luego notar que era Cynthia Nixon de Sex and the City.

También tengo que darte crédito ya que pude levantarme día tras día para ir a un trabajo, que aún con sus momentos amargos, me permitía mejorar la vida de miles de personas y nunca me dejó perder contacto con la realidad de pobreza que se vive en nuestros países. Y hablando de personas, aún cuando los extranjeros piensan lo contrario, la gente de tu ciudad es lo máximo. Sí, es cierto que siempre andan corriendo, con un café en la mano, el teléfono en la otra, vestidos de negro y metidos en su mundo. Sin embargo, siempre que necesité ayuda, especialmente al principio, nunca faltó la persona que me ayudara, así fuera para decirme qué línea del tren debía tomar dado mi terrible sentido de orientación. Hasta tus indigentes son interesantes y me tocó aprender que algunos prefieren café (y no chocolate caliente) aún cuando sean las 11pm y que un emparedado de pollo de Subway no funciona para todos ya que hay varios que son vegetarianos. Y ni hablar de la admiración que siento por todas las mujeres que crían hijos aquí, las Super Mamás, que tienen casi que partirse el espinazo levantando coches para subir y bajar escaleras en el metro dada la escasez de elevadores en el mismo.

Y por último, no podía faltar el amor. Como eres considerada la capital de mundo, es muy fácil encontrarte y reencontrarte con amigos, viejos conocidos y familiares que siempre están dispuestos a pasarse unos días por tus calles y avenidas ya sea de vacaciones o en una escala rumbo a cualquier lugar. Y claro, el "otro" amor, que sin este tiempo en tu entorno, no se hubiera fortalecido de esta manera y que Dios primero podamos celebrar en poquísimos días 8 años de magia pura.

Ojalá y me esté equivocando y que esto que pienso que será un adiós se vuelva un hasta luego; pero, de igual manera, no me quería correr riesgos y quise escribirte esta carta para que el nudo que hoy siento en la garganta sea más fácil de tragar. Estoy segura de que mi nuevo destino será igual de mágico y construiré nuevas memorias, pero quédate tranquila ya que sin importar dónde termine tú y sólo tú serás por siempre la ciudad de mis sueños.

Adiós Nueva York, continúa despierta y sigue haciendo realidad los sueños de millones de personas.

6 de agosto de 2013

Increíble, Diferente, Colorido y Mágico İstanbul

Después de un hiatus de mi blog por casi 1 año, me tocaba regresar con algo emocionante y qué mejor manera de hacerlo que compartiendo nuestra última aventura en Estanbul. Por 4 días nos tocó deleitarnos, mezclarnos y empaparnos de una ciudad increíblemente hermosa y diferente. Todo inició al escuchar a eso de las 5am el aḏān (llamado a orar) de los musulmanes. Ese intenso cantar que evoca el almuédano desde el minarete de las mezquitas para invocar al pueblo musulmán a realizar la primera de cinco oraciones diarias es sin duda uno de los sonidos más hermosos que jamás escucharé.
Uno de los 6 minaretes de la Mezquita Azul
La mezcla de colores, olores y sabores que se encuentran por las calles y bazares de Estanbul dejan a cualquiera con la boca abierta (y a veces con la nariz tapada jaja). El Kapalı Çarşı (Gran Bazar) es el bazar cubierto más grande del mundo con más de 3,000 tiendas dispersas en unas 61 calles y está localizado en el municipio de Fatih.
La experiencia fue una mezcla de risas y frustración. Los vendedores no te dejan pasar sin obligarte a entrar a su tienda para que veas los productos "únicos" que ellos venden aún cuando todos venden prácticamente LO MISMO. Al vernos a ambos rubios, de tez blanca y ojos claros, no dudaban en tratar de adivinar nuestras identidades. En unas 3 horas nos hablaron en turco, alemán, italiano, francés e inglés - nadie intentó el español. Sin embargo, cuando alguien nos escuchó hablando nuestra lengua, un vendedor me llama desde unos metros de distancia y a toda boca me dice: "Maricarmen, Maricarmen, ven a mi tienda...tengo cosas para tí" y ahí soltamos una tremenda carcajada ya que nos parecía muy gracioso que este hombre utilizara el peculiar "Maricarmen" cuando hay otros nombres mucho más comunes, como María, con los que se asocia a una mujer hispana.

En una de las entradas al Gran Bazar
Vendedores de alfombras en el Gran Bazar



 Saliendo del Gran Bazar, con muchos amuletos del mal de ojo turco en mano,  y camino al Mısır Çarşısı (Bazar de Especias) teníamos la misión de encontrar el lugar que vende las mejores doner kebap de Estanbul.

En el centro de la imagen hay un letrero que en un perfecto español nos muestra un poco del humor turco: "Aquí engañamos menos que en el Corte Inglés y tenemos mejor calidad que en Carrefour o el Corte Inglés. Tenemos veneno para la suegra!"
Variedad de especias en el Bazar de Especias
Para ser honestos, nos perdimos y dimos muchas vueltas tratando de utilizar un idioma turco bastante fragmentado, sumado al hecho que los turcos, aunque extremadamente amables, no saben dar direcciones. ¿No me creen?, para muestra un botón de como van esas conversaciones:
- Nosotros: Hola, ¿nos puede decir cómo llegar a X lugar?
- Ellos: ¿De dónde son?
- Nosotros: Panamá y Colombia
- Ellos: Ohhhhh Colombia...Falcao, Falcao
- Nosotros: Sí. ¿cómo llegamos a X lugar?
- Ellos: Sí, sí, claro! Por ahí, por ahí, y allá a la derecha y luego izquierda.
- Nosotros: Ummmmm, cuando dices "por ahí", ¿es a la derecha o a la izquierda?
- Ellos: Sí, sí
- Nosotros: Ummmm ok muchas gracias! (seguido por una cara de confusión)
El punto es que al final encontramos el famoso Dönerci Şahin Usta que desde 1969 se jacta de servir las mejores doner kebap de Estanbul y déjenme decirles que fue simplemente deliciosa. Aunque los turcos han hecho parecer que la doner no tiene ciencia ya que las venden prácticamente en cada esquina, una BUENA doner tiene su secreto y este lugar claramente lo descubrió. Rembe se dió tanto gusto comiéndose su doner que por estar de ansiado terminó regándose todo el juguito del último mordisco en su camisa; pero aún así, como dice el dicho "barriga llena, corazón contento".

En plena faena degustativa



La arquitectura que se observa recorriendo Estanbul es increíblemente variada. Pasamos de la parte residencial de Sultanahmet, que te da la sensación de estar en una pequeña isla caribeña por su arquitectura colorida y predominantemente de madera, a encontrar enormes meszquitas con detallados mosaicos y colores que confunden la mirada. Este es el caso de la Mezquita Sultan Ahmed (conocida comúnmente como la Mezquita Azul), un majestuoso edificio que obtuvo su nombre popular por los variados tonos de azul que adornan su interior. Esta mezquita causó conmoción en el pueblo musulmano ya que durante su construcción en los años 1609-1616 no era costumbre que una mezquita tuviera 6 minaretes ya que esa cantidad era la que tenía la Masjid al-Haram que es considerada la mezquita más importante del Islam y es la que se encuentra en La Meca. El alboroto cesó muchos años más tarde cuando la Masjid al-Haram tuvo que añadir 3 minaretes adicionales como resultado de una expansión para aumentar su capacidad. Con esta adición, la Mezquita Azul dejo de tener la misma cantidad de minaretes que la Masjid al-Haram y dejó de ser la "oveja negra de la familia".
Arquitectura y colores del Sultanahmet residencial
Vista exterior de la Mezquita Azul y cuatro de sus seis minaretes
Mosaicos interiores en varios tonos de azul
Dentro de la Mezquita en el área designada para mujeres
Hombres rezando en el área designada para ellos
Con la Mezquita a nuestras espaldas
En frente de la magnífica Mezquita Azul se encuentra la Hagia Sophia que comenzó siendo una iglesia griega ortodoxa, pasó a ser una mezquita imperial y hoy en día es un museo. Este lugar es la comunión perfecta entre Jesús y la Virgen María, las escrituras del Corán y vestigios de un período imperial. Los hermosos detalles de esta antigua basílica son imposibles de capturar con el lente de una cámara. Literalmente todo lo que parece pintado en ella no es sino milllones de diminutos mosaicos que fueron pegados a mano para lograr retratos muy vívidos. Con el paso del tiempo, muchos mosaicos se han caído pero aún se conserva la mayoría del "rompecabezas" para nuestro deleite.
Hagia Sofia en todo su esplendor
Escrituras del Corán cuelgan de varias paredes
Mosaico casi perdido de Jesús, la Virgen María y San Juan Bautista
Jesús en medio de los reyes
Cruzando hacia el lado asiático de la ciudad de Estanbul se encuentra el área de Kadıköy, donde nos deleitamos la deliciosa Lahmacun, una pizza turca que no lleva más que carne molida y especias y se sirve con perejil y limón para condimentar. La verdad es que suena muy simple pero sólo de recordarla se me hace agua la boca de lo buena que estuvo. Este pintoresco sector de Estanbul tiene mucha gente joven que se esparce por los diferentes cafés y casas de nargile, donde sorprendemente siempre se escucha como música de fondo canciones tan viejas como "I will always love you" de Whitney Houston y "One more time" de Britney Spears. No lo voy a negar, desafortunadamente, cuando se trata de música internacional parece que Estanbul se quedó unos 10 o 20 años atrás.
Vista del lado europeo de Estanbul desde el ferry a Kadıköy
Día a día en Kadıköy
Una de sus callesitas
El arte callejera
Nargiles exhibidos en ReCafe, un bar de la localidad
Con el lado europeo (izquierda) y el asiático (derecha) de Estanbul a nuestras espaldas
Después de muchas comidas y muchos kilómetros caminando por los barrios de Şişli, Taksim Meydanı, Galata, Beyoğlu, Kadıköy, Sultanahmet, y muchos más, era hora de partir hacia nuestra siguiente aventura (detalles en el próximo blog). Lo bueno de todo es que siempre quedan las fotos para recordar y revivir los mejores momentos pero hay impresiones que pretendo inmortalizar en estas palabras con el fin de nunca olvidarlas, ya que por su naturaleza abstracta me es imposible capturar con el lente de nuestra cámara. La primera es la amabilidad de los turcos; y es que no tiene precio preguntarle a una persona una dirección y que con miedo de que nos perdamos o que por nuestra barrera idiomática no nos entendamos, envíe a su hijo de 12 años a caminar con nosotros unos 6-8 minutos hasta que nos deje en frente del lugar que buscábamos. También la elegancia y el donaire de las mujeres turcas con sus coloridos hijabs cubriendo sus cabellos, y los apuestos turcos con su tez quemada del sol y ojos claros, grandes y expresivos serán muy duros de olvidar (lo siento Rembe pero es la purita verdad jaja). Por último, el aire que se respira, lleno de alboroto, de llamados a orar, de olores (agradables y no tan agradables) y de los más hermosos colores, me han dejado a Estanbul tatuada por siempre en mi piel.
-Hasta la próxima-

Impresiones de Estanbul
En sentido del reloj: Ensalada campesina; cordero en salsa de tomate sobre berenjenas al horno; Haşlama içli köfte; y, Lahmacun

25 de septiembre de 2012

Honoraria de...?

Hace unos días me fui a dar un masaje por un tremendo dolor de espalda que me aquejaba. Mientras me relajaba y dejaba que las manos del fisioterapeuta hicieran su magia, me distraje con la conversación que tenía lugar en la cabina de al lado. La terapeuta le comentaba a la paciente que ella era una "Puertorriqueña Honoraria" y que tenía que visitar dicho país unas dos o tres veces al año. Intrigada por este "cargo", que a mi parecer sonaba bastante legítimo, regresé a mi oficina y comencé a investigar en Internet lo que yo tendría que hacer para convertirme en "honoraria" de algún país y tener así la excusa de viajar allí un par de veces al año. Tras unos cinco minutos de búsqueda no encontraba nada concreto así que le pregunté a una de mis colegas y su respuesta se resumió en una carcajada. Y, así, con un ataque de risa, me enfrentó a la triste realidad de que era una simple expresión que algunas personas utilizan para referirse a algún lugar del cual se sienten muy apasionados y no el título oficial que yo buscaba. 


Un poco desilusionada tras perder la posibilidad de convertirme en honoraria de algún lugar en esta tierra, me puse a pensar, hipotéticamente, en cuál sería el lugar de mi elección. Tras divagar mentalmente de un lado al otro decidí que quisiera ser "Cinque Terreña Honoraria". Les Cinque Terre, un conjunto de 5 pueblos o tierras (de ahí el nombre Les Cinque Terre) en Liguria, Italia, me cautivaron por completo. Con su comida, paisajes y la luna más hermosa que haya visto, estos mini-pueblos tienen un encanto sin igual. Así que, aunque no exista un título oficial que me "obligue" a viajar a Les Cinque Terre varias veces al año, he hecho una promesa conmigo misma de regresar en varias ocasiones futuras. Y es que con sólo pensar en sus calles, en la tranquilidad de su gente y su mar, y en los mil sabores que las caracterizan me empiezo a preguntar qué hago aquí sentada frente a un computador en vez de agarrar el próximo avión y perderme en sus encantos para siempre!
Vista de la playa en Monterosso al Mare al amanecer
Pintorescos apartamentos en Manarola
Vista aérea de Vernazza
Pastas con abundancia de mariscos - la especialidad de Les Cinque Terre
El centro de Monterosso al Mare por la noche
Una abuelita asomada desde su balcón en Monterosso al Mare
Reflejo de la hermosa luna desde el puerto de pescadores en Monterosso al Mare

1 de agosto de 2012

¿Sabrosura o simples recuerdos?

   No sé ustedes, pero me pasa muy frecuente que estoy comiendo algo y de repente se me viene a la mente algún recuerdo o experiencia vivida. De hecho, siempre que tomo Pepsi me transporto al recreo en mi colegio y cuando como un ceviche lo primero que me viene a la mente es el Mercado del Marisco en Panamá donde hay una chorrerana que hace el mejor ceviche del mundo. Así mismo me pasa que hay ciertos platos que me recuerdan tanto a mi casa en Panamá, que aunque los haga de la misma manera, nunca me saben igual. Esto comprueba que, muchas veces, no es tanto el sabor de la comida lo que nos gusta sino todos los recuerdos y emociones que se pegan a esos platos y que aunque pasen 2, 5 o 10 años siempre estarán con uno.

   Precisamente, algo muy similar nos pasó en nuestro último viaje a Europa. Desde que nos conocemos, Rembe siempre me había hablado de la Doner Kebab, un típico platillo turco que se asemeja a la versión griega de un gyro. El hecho es que Rembe probó la Doner por primera vez a los 15 años cuando vivió en Alemania por unos meses, y desde entonces, el sabor de esa primera Doner se ha quedado tan pegado a sus pupilas gustativas que ha sido imposible tratar de superarlo. Determinado a encontrar la Doner perfecta, averiguó en Munich el lugar que, supuestamente, servía las mejores Doner Kebab de la ciudad. Para mí iba a ser la primera vez probando una, por lo tanto mis expectativas eran a la vez muy bajas por no saber qué esperar, pero también altas tras oír tantas maravillas de la boca de Rembe.
 
   Al llegar al restaurante "Ali Baba", la primera buena señal fue que el lugar estaba repleto de turcos, siendo nosotros los únicos extranjeros. Rembe ordenó el mentado platillo que consiste en carne asada cocinada en un asador vertical que lleva en la parte superior cebollas y tomates para que mientras se asa, los jugos que desprenden los vegetales bañen la carne y la doten de sabor. La carne se corta al momento que se va a servir, se coloca dentro de un pan pita y se acompaña con lechuga finamente picada, un picadillo de cebollas marinadas, tomate y una salsa blanca a base de yogurt. El resultado para mí fue fantástico al sentir esa mezcla de diferentes texturas y sabores contrastantes en mi boca. Para Rembe, desafortundamente, el resultado no fue tan satisfactorio.
Doner Kebab de Ali Baba
Tras pasar unos cuantos minutos conversando sobre lo diferente que sabían las cebollas, o la textura de la cocción de la carne, comencé a deducir que nunca habrá una Doner Kebab que se compare a la primera que degustó a sus 15 años. Así como nunca habrá un mejor arroz con pollo como el que como en mi casa o mejores patacones que los que hace mi tío Didio o mejor pescado frito que el que se come en la playa o mejor pesada de nance que la que hace mi abuelita. Y la realidad es que, quizás, la Doner que nos comimos en Munich haya sido mucho mejor, pero la cantidad de memorias y sentimientos adheridos a aquella Doner de la infancia de Rembe harán que las nuevas versiones que pruebe, jamás le lleguen a los talones. Por ésto es que me encanta la comida! En ella no sólo encontramos esa sensación de llenura y conforte que tanto encanta al final de un largo día; sino que también podemos viajar en el tiempo para volver a sentir y experimentar algo que quizás habíamos olvidado y nos permite compartir, a través de sus olores, con personas que quizás ya no están en nuestras vidas!

Buen provecho y hasta la próxima!

Plato de panes, quesos y carnes frías en una granja orgánica en Bayern
Platillo alemán con salchichas, papas, pato y puerco
Hermosas frutas en Munich

28 de junio de 2012

Lo que yo me pregunto es: ¿Dónde están los locos?

    Mi país tiene la dicha de tener un clima ideal que te permite disfrutar bellísimos días de sol incluso en el más lluvioso de los meses, de tener acceso a dos oceános, de ser un crisol de razas, de tener algunos de los edificios más lindos de América Latina, de ofrecer una excelente calidad de vida a sus habitantes, pero sobre todo de tener gente honrada, echa´ pa´ lante y muy alegre. Sin embargo, y por muy triste que parezca, no son éstos los sentimientos que en estos momentos estamos reflejando los panameños ni los tantos otros que hasta ahora han tenido la dicha de vivir en mi país.
    Entre el tráfico incesante, las mil y una obras de construcción, decenas de paros y protestas que bloquean las calles, el mal humor de las personas al no poder llegar a tiempo a sus compromisos y los precios que no dejan de aumentar, el "paraíso" panameño que por décadas ha atraído a tantas personas, se nos está escapando de las manos y me preocupa que no estamos haciendo lo suficiente para atajarlo. Anoche leí una frase del fallecido cantante argentino Facundo Cabral que dice:
y aunque me pareció un poco fuerte ya que no nos considero pendejos, puedo comprender lo que trataba de transmitir si leo las noticias sobre el circo político que se vive en mi país.
   Actualmente, en Panamá tenemos un Presidente que en lugar de atender con seriedad y diplomacia los numerosos llamados del pueblo, su pueblo, se dedica a "bailar como bernie"; aunque no podemos decir que nos ha tomado por sorpresa ya que desde sus años de campaña su slogan era "los locos somos más". De igual manera, el resto del Gobierno, si se le puede llamar así, anda "manga por hombros", con políticos criticándose unos a otros y gritándose improperios a toda boca pero al final del día se van a sus casas como si sus acciones no tuvieran consecuencias. Por otro lado, tenemos niños y adolescentes cuyas clases han sido canceladas hasta próximo aviso porque han robado en sus escuelas o están protestando o no tienen profesores. Y, finalmente, tenemos un pueblo que está desesperado y no encuentra la forma de hacerse escuchar por ésas personas a quienes ellos mismos han puesto en el poder.
    Antes de continuar, quiero aclarar que no todo ha sido malo. De hecho, han habido proyectos como el Metrobus, la construcción del Metro de Panamá, los trabajos de saneamiento de la bahía, entre muchos otros, que en algún momento fueron propuestos por anteriores mandatarios pero que nadie llevó del dicho al hecho. Sin embargo, son precisamente ésas ansias de querer hacer todo durante los 5 años de gobierno lo que nos lleva a donde estamos. ¿Cuánto dinero se han gastado los gobiernos de Martín Torrijos y Ricardo Martinelli en reforzar las bases del Puente Centenario, cuya construcción fue acelerada durante el gobierno de Mireya Moscoso para que ella pudiera cortar la bendita cinta de inauguración? Si los proyectos tuviesen continuidad de un mandatario al otro y la importancia de las obras no radicara alrededor de quién cortará la cinta de inauguración, sino de cuántos miles de panameños se beneficiarían, las cosas serían muy diferentes.
    Creo que uno de los mayores problemas que estamos enfrentando en la actualidad es que nos hemos acostumbrado a que sea el gobierno el que nos solucione todo y no buscamos soluciones constructivas a nuestros propios problemas. Ojo, con ésto no quiero absolver ni a éste ni a ningún gobierno ya que como muchos panameños me siento supremamente traicionada por el estado actual de mi país; más bien, sugiero que podemos poner más de nuestra parte para al menos mejorar aquellos problemas en los cuales sí podemos contribuir. ¿Hay mucho tráfico en las calles? entonces no saquemos tantos autos diariamente y organicemos el itinerario de manera que podamos compartir el auto y de ésta manera ahorrar en gasolina. ¿Los alimentos están muy caros? seamos un poco más creativo y entrenemos a nuestro cuerpo. Tratemos de no antojarnos de aguacate cuando está pasando de temporada ya que se pone más caro y en lugar de comprar en los supermercados donde los precios son un poco más elevados, hagamos una visita al mercado de abastos donde se puede comprar en mayores cantidades a mejores precios.
    Estos cambios, aunque parezcan un poco inconvenientes, son aplicados por personas de todo el mundo, tanto en países en desarrollo como en países desarrollados; y aunque no vayan a solucionar los problemas ya existentes en su totalidad, al menos podemos sentir que estamos aportando y nos da la oportunidad de reclamar al Gobierno con más autoridad. Ya no se tratará de panameños quejándose de las cosas sin brindar soluciones, sino de personas que aportan su granito de arena y por ello, esperan y merecen que el Gobierno haga lo mismo. Ya basta de quedarnos de brazos cruzados y tomemos cartas en el asunto para retomar el Panamá y el mundo que nos merecemos.

21 de junio de 2012

A ritmo de tamborito!

   Para celebrar mi cumpleaños #24, mis papás decidieron hacerme un regalo un poco diferente: viajar a la ciudad de Las Tablas, Panamá, famosa por sus preciosas polleras, para ataviarme en una de ellas y hacerme una sesión fotográfica. El maquillaje y arreglo estuvo a cargo de Robertito Villareal, oriundo de Las Tablas y experto en el tema. Comenzamos con el maquillaje que tiende a ser bastante llamativo y dramático ya que al fin y al cabo, todo en la pollera, desde la carga de prendas y la cabeza de tembleques hasta las detalladas labores de los ropajes, reflejan todo menos sencillez. 
   Con el maquillaje listo, procedimos con la vestimenta y a colocar las prendas. Una de las cosas más lindas de vestirte con alguien que vive sus tradiciones y conoce mucho de ellas, es que comparten cada detalle con uno. Para mí, aprender sobre el valor aproximado de cada prenda, las personas que las diseñaron y aquellas que las labraron es la parte más linda de todo el proceso. 

  
 Al terminar con el prendererío y ya empollerada vino el dolor de cabeza, literalmente. Y es que los que saben admirar a una bella empollerada con su brillante cabeza de tembleques, nunca pueden olvidar que detrás de tanta elegancia y brillo, yace un tremendo dolor de cabeza que se provoca al colocar cada "flor" en su respectivo lugar. Pero como yo prefiero estar "antes muerta que sencilla", me aguanté los tirones y el roce de los ganchitos contra mi cráneo para que el trabajo quedara bien hecho. 


   Luego de unos cuantos retoques por aquí y retoques por allá, todo quedó listo y nos fuimos para el estudio. José, un fotógrafo muy conocido en Las Tablas, comenzaba su labor cuando se dió cuenta que le faltaba algo. Salió del estudio y al rato regresó con un CD. Lo que le faltaba era una de sus fuentes de inspiración: los tamboritos de Lucy Jaén. Y así, mientras se escuchaban las tonadas de "Oh Nikle", todo fluyó como debía. El resultado: un repertorio de fotos pa´ tirar pal´ aire, una empollerada orgullosa de vestir el traje típico más hermoso del mundo y una madre que desbordaba de felicidad. Este fue, para mí, el regalo perfecto de cumpleaños y algo que todas las panameñas deberíamos experimentar así sea una vez en la vida, porque como le dijo mi madre a mi novio, "una mujer panameña no se ve realmente bella hasta que se empollera".