26 de abril de 2014

Una GRAN ciudad con alma de PUEBLO

Estoy a punto de cumplir un mes de haber llegado a la bella Madrid y no hay quejas. Bueno, al menos nada mayor. En este poco tiempo he aprendido MUCHO. Primero, que pese a advertencias de las malas lenguas, la gente de esta ciudad es simplemente fantástica. Sí son directos y te dicen lo que piensan cuando lo piensan, pero en mi opinión, deberíamos todos emular esto y quizás así prevenir más de cuatro rollos. Uno de mis mejores descubrimientos ha sido el "tinto de verano", que no consiste en más que vino tinto con soda fanta de limón. De verdad que ahora que lo he probado no tengo vuelta atrás. Algo hermoso ha sido ver caminando por los barrios a niños y adolescentes acompañando a sus abuelos en sus diligencias diarias. Yo recuerdo que de niña me encantaba acompañar a mi abuela a sus citas médicas o irme con mi tía a recoger el correo o dar "la vuelta a la hilacha" con mi mamá; momentos que aún conservo intactos en mi memoria. Por ello, me parece un espectáculo para la vista que esas simplicidades de la vida, que en muchos países y culturas se han ido disipando, se mantienen tan vivas entre los españoles y le dan un aire a esta ciudad de que vivo en un pequeño pueblo. El aire que se respira en las calles es de serenidad y de buena cara a las dificultades que el país enfrenta, aunque para ser honesta, cuando te metes en un estadio como el Vicente Calderón y lo ves a punto de desbordarse, te cuestionas si verdaderamente las cosas están tan duras como se pintan. 

Adaptarme a vivir en mi pequeño apartamento, y cuando digo pequeño me refiero a un verdadero hogar de Polly Pocket, me dejó unos moretones en las rodillas y unos buenos machucones en los dedos del pie mientras aprendían mis pasos a medir distancias; pero no cambio por nada la tranquilidad y el sentido de hogar que me regala.

Pero como no todo lo que brilla es oro, han habido algunas cositas que los españoles tienen o hacen diferentes y me ha tocado adaptarme. Por ejemplo, los pepinos tienen unas pequeñas púas (como si fuera un cactus) y me toca lavarlos y pelarlos casi que con guantes para no chuzarme. Y qué tal el hecho de que no he podido encontrar mi cereal favorito y mi calma en momentos de ansiedad: Fruity Pebbles. Por cierto, si alguien lo encuentra y viene por estos lares, una, dos y hasta tres cajas serían muy pero muy bien recibidas. Por otro lado, las figuritas del álbum del mundial, aquí no se llaman figuritas, sino cromos. Los benditos carrizos no son ninguna de las palabras que me he aprendido (pitillo, popote, pajilla, etc.) sino que tienen otras tres palabras (porque aparentemente una no es suficiente): paja, pajita o caña. Creo que con la palabra carrizo (en panameño) me doy por vencida ya que pensé que me las sabía todas, pero cada vez que visito un país de habla hispana vuelvo a empezar de cero. 

Y por último, y creo que de las mejores cosas a las que me tendré que adaptar es a volver a la mentalidad de estudiante y que, muy diferente a la vida laboral, cuando llego a mi casa al final de un largo día, la noche a penas empieza para seguir estudiando. Sin embargo, estoy segura de que iniciar mi MBA, en este momento de mi vida, es lo mejor que me ha sucedido. Nunca pensé que tendría el privilegio de rodearme cada día con personas tan brillantes, apasionadas y con ganas de vivir. Todos somos tan diferentes y eso hace todo mucho más complejo pero a la vez más interesante (incluso cuando en unos meses, al hacer efecto el estrés y la falta de sueño, se refleje más lo complejo que lo interesante). Pero, sea como sea, la energía que cada uno está emitiendo y de la que me estoy rodeando es la que me mantendrá despierta aún cuando las largas noches de estudios quieran fundir mis ojos en una siesta continua.

Por cierto, me dijeron en una sesión que debía anotar mis metas, por muy básicas o complejas que fueran, para tenerlas siempre presentes y continuamente revisar mi progreso. Como bien mandada que soy, aquí van 7 de mis metas más importantes para la duración de mi MBA:

1. Aprender mucho sobre vinos y quesos
2. Volverme experta en MS Excel
3. Hacer amistades para toda la vida
4. Viajar mucho
5. Atreverme a hacer algo incómodo o atrevido todos los días
6. Desarrollar una (o varias) idea(s) de negocios que tengan como finalidad algún tipo de impacto social
7. Escribir mucho en mi blog

Los dejo por ahora pero prometo que no por mucho. Como escribir en mi blog es una de mis metas para el MBA, quiero asegurarme de cumplirla y tratar de documentar lo más que pueda, lo bonito y lo feo, lo feliz y lo triste, para en unos años volver a leerlo y que ojalá pueda sentir que me gocé estos 13 meses como Dios manda.

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La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la cuenta.
García Márquez
Q.E.P.D