28 de febrero de 2014

Ciudad que Nunca Duerme:

Hoy es mi último día como residente tuya (al menos por lo pronto), y desde que supe que me iría, no he parado de preguntarme cómo decirte adiós, a tí que me has dado tanto. Tu eres muy complicada, ya que no le das a las personas un punto intermedio: o te aman o te odian. En mi caso, querida, nuestra relación de amor puro, comenzó antes de vivir en tí y hoy que cumplo exactamente 4 años, 6 meses y 1 día en tu territorio, te aseguro que no hubo un sólo día en que no me sintiera genuinamente privilegiada de pertenecer a tu jungla de concreto.

A veces soy un poco orgullosa y me cuesta admitir las cosas, pero te tengo que dar crédito de que fue en tí donde verdaderamente pude conocerme como persona y encontrar mi lugar en este mundo. Ojo, pero no todo fue color de rosas, porque justo fue aquí donde me estafaron por primera vez, y donde me tocó compartir la plataforma del tren con ratas que por su tamaño parecían de otra galaxia.

Pero bueno, siguiendo con el plan de alimentar tu ego, déjame contarte algunas de las memorias más importantes que me llevo y de las cuales siempre estaré agradecida. Las visitas bimensuales al Trader Joe´s del Upper West Side, donde aún con pasillos repletos, me sentía en un Disney de alimentos; de hecho, mis mejores creaciones culinarias nacieron de allí. El mercadito de abastos a la vuelta de mi apartamento, me mantuvo con la dosis perfecta de frutas y vegetales a los mejores precios. La explosión de food trucks que se ha tomado la ciudad, especialmente en verano, me llenaron la barriga de una deliciosa manera y por ende mantuvieron mi corazón de lo más contento. Los muchos turistas que a mi paso pedían que les tomara foto o les diera direcciones, en lugar de molestarme me hacían recordar cada día lo afortunada que era de vivir aquí. Las increíbles ofertas que hacen de tí el verdadero paraíso de las compras (y que en secreto) son las responsables del sobrepeso que me toca pagarle hoy a la aerolínea que me alejará de tí. La iluminación variable del Empire State building visto desde las esquinas menos esperadas siempre me recordaba tu majestuosidad. El mismo cuadro gracioso de hombres (el mío incluído) que me tocó ver en filas interminables los días de San Valentín, comprando chocolates, globos o flores a última hora. Las mejores orquídeas, las del "Orchid Man", que incluso después de 3 años continúan floreciendo y son sin lugar a dudas las más "macheteras" que haya visto.

Cuando se trata de comida, ¿por dónde comenzar? Las cenas más maravillosas en Dieci donde Rembe me llevó por primera vez para San Valentín del año 2009 y al que aún volvemos con regularidad y nunca dejan de sorprendernos con sus delicias y su amabilidad. Las alitas picantes más deliciosas de la bolita del mundo amén en Dinasour BBQ en Harlem. El Dim Sum más completo, fresco y apetitoso de Jade Asian Restaurant en Flushing. Las cientos de noches que el cansancio nos venció y terminábamos yendo o pidiendo a domicilio las delicias Tailandesas de Wondee Siam. Las decenas de caipirinhas que "nadaron por mis venas" en el restaurante Barrio Chino en Chinatown. La mejor pizza del planeta a 2 cuadras de nuestro apartamento donde fuimos de los primeros clientes de Merilú y que hoy día van viento en popa. Los domingos después de una buena rumba que me llevaron a Queens en busca de satisfacer más de un antojo de bistec encebollado.

Y qué decir de las celebridades! Ver a Sean Penn a menos de 2 pasos y llevarme la no tan grata sorpresa de que tenía puesta una cantidad exhorbitante de producto bronceador. La gracia contagiosa de Matt Damon, los tonificados brazos de Venus Williams y encontrarme en la tienda del "chino" a Queen Latifa. Caminar al lado de Michael Emerson de Lost mientras paseaba a su perro porque resulta que vivía diagonal a nosotros. Y lo mejor sin lugar a dudas, aunque con un poco de torpeza de parte de las dos, estrellarme a la salida del tren con una mujer totalmente calva para luego notar que era Cynthia Nixon de Sex and the City.

También tengo que darte crédito ya que pude levantarme día tras día para ir a un trabajo, que aún con sus momentos amargos, me permitía mejorar la vida de miles de personas y nunca me dejó perder contacto con la realidad de pobreza que se vive en nuestros países. Y hablando de personas, aún cuando los extranjeros piensan lo contrario, la gente de tu ciudad es lo máximo. Sí, es cierto que siempre andan corriendo, con un café en la mano, el teléfono en la otra, vestidos de negro y metidos en su mundo. Sin embargo, siempre que necesité ayuda, especialmente al principio, nunca faltó la persona que me ayudara, así fuera para decirme qué línea del tren debía tomar dado mi terrible sentido de orientación. Hasta tus indigentes son interesantes y me tocó aprender que algunos prefieren café (y no chocolate caliente) aún cuando sean las 11pm y que un emparedado de pollo de Subway no funciona para todos ya que hay varios que son vegetarianos. Y ni hablar de la admiración que siento por todas las mujeres que crían hijos aquí, las Super Mamás, que tienen casi que partirse el espinazo levantando coches para subir y bajar escaleras en el metro dada la escasez de elevadores en el mismo.

Y por último, no podía faltar el amor. Como eres considerada la capital de mundo, es muy fácil encontrarte y reencontrarte con amigos, viejos conocidos y familiares que siempre están dispuestos a pasarse unos días por tus calles y avenidas ya sea de vacaciones o en una escala rumbo a cualquier lugar. Y claro, el "otro" amor, que sin este tiempo en tu entorno, no se hubiera fortalecido de esta manera y que Dios primero podamos celebrar en poquísimos días 8 años de magia pura.

Ojalá y me esté equivocando y que esto que pienso que será un adiós se vuelva un hasta luego; pero, de igual manera, no me quería correr riesgos y quise escribirte esta carta para que el nudo que hoy siento en la garganta sea más fácil de tragar. Estoy segura de que mi nuevo destino será igual de mágico y construiré nuevas memorias, pero quédate tranquila ya que sin importar dónde termine tú y sólo tú serás por siempre la ciudad de mis sueños.

Adiós Nueva York, continúa despierta y sigue haciendo realidad los sueños de millones de personas.